Manifestaciones coordinadas casi de manera instantánea por redes sociales, miles de selfies durante las marchas, videos que se viralizan en minutos y hashtags que dan cuenta de cada uno de los acontecimientos registrados en las últimas semanas son los ejemplos más claros del rol que están jugando las plataformas digitales en la crisis que enfrenta nuestro país.
Algunos incluso plantean que el actual fenómeno no sería posible sin el nivel de penetración que tienen las redes sociales, principalmente entre los adolescentes y jóvenes.
El académico de la Universidad Católica e investigador de Trendigital, Daniel Halpern, sostiene que en el contexto actual los adolescentes están teniendo un activo comportamiento en redes sociales “por una necesidad de mostrarle al mundo lo que están haciendo y cómo lo están viviendo, ya sea como participantes de las marchas o como actores de opinión pública”.
Pero el comportamiento en el espacio online también está marcado por altos niveles de agresividad. Es cosa de navegar un rato para constatar que al igual que en las calles, la violencia se ha instalado en redes sociales.
Marcela Aravena, psicóloga experta en adolescencia y docente de la Universidad del Desarrollo, advierte que en momentos de crisis, como el actual, se puede producir una desorganización y desregulación emocional en los escolares debido a la incertidumbre, desconfianza en líderes e instituciones, la percepción de riesgos, el miedo y el sentimiento de injusticia. “En redes sociales se intensifican las reacciones porque en el encuentro cara a cara contamos con la riqueza de la comunicación no verbal y una mayor posibilidad de comprender, empatizar y regular la intensidad emocional. En el contacto online, la información es parcial y establecemos significados con lecturas incompletas de los mensajes, disminuye la fluidez de la conversación y la posibilidad de una comunicación constructiva”.
En ese sentido, explica que el efecto de esta violencia virtual en los niños y adolescentes, dependerá de su grado de madurez, del ambiente en el que estén inmersos, la educación que hayan recibido en torno al uso de redes sociales y en gran medida de los estímulos que reciban.
Fernanda Orrego, psicóloga infantojuvenil de la Universidad San Sebastián, piensa que el problema no está en que los adolescentes estén expuestos a lo que está sucediendo en la sociedad, porque son parte de ella y es importante que comprendan el fenómeno. “Lo complejo es cuando lo único que reciben y conocen sobre el proceso social que se está viviendo es por medio de las redes sociales, ya que éstas contienen no sólo información importante, sino también noticias falsas, escenas de violencia y actitudes violentas o descalificadoras”.
Y eso es precisamente lo que parece estar ocurriendo. Según Daniel Halpern, este segmento etario entiende la realidad a través de los comentarios de terceros. “No buscan la fuente original de la información, porque ya no es tan relevante lo que se dijo, sino cómo otros interpretan lo que se dijo. Están insertos en una lógica de comunidad, donde los influenciadores son muy potentes y el relato es más relevante que la verdad objetiva. Cada persona tiene su propia verdad”.
Si tuviera que destacar algo positivo del efecto de las redes sociales en los más jóvenes destaca el hecho de que horizontalizan las relaciones. “Le pueden escribir de igual a igual a otro, incluyendo las autoridades, lo que debería facilitar la democracia. El problema está en que muchas veces en vez de aprovechar esa mayor participación, caen en discursos de odio, en el ataque constante, propiciado además por el anonimato que permite el mundo digital”.
Respetar, escuchar y propiciar el diálogo
¿Y qué rol pueden tener los padres en esto? Fernanda Orrego explica que en aquellas familias donde los adultos valoran el diálogo y les interesa sostener una conversación respecto a las diferentes posturas e información, es probable que los adolescentes no sólo tomen la opinión de las redes sociales. “La adolescencia tiende a ser un periodo de la vida donde se energizan los ideales y es bueno que así sea, ya que tener ideales moviliza y potencia que se luche por cambios. Ese no es el problema, el problema podría estar en los mecanismos de defensa de esos ideales. Una conducta violenta muy frecuente en redes sociales es la descalificación del otro. Esta violencia tampoco deberíamos validarla, y muchas veces nos reímos cuando alguien logra poner el pie encima de otro que no nos gusta, lo cual de cierta manera valida que nuestros hijos lo hagan en redes sociales. Es por esto que lo más protector para ellos es el ejemplo: resolver conflictos sin agresiones o descalificaciones, escuchar los puntos de vista, reconocer errores y tolerar la diferencia“.
En cuanto a cómo pueden los adultos ayudar a los niños y adolescentes a regularse emocionalmente y expresar su opinión de manera respetuosa en el espacio virtual, Marcela Aravena hace hincapié en que “cuando los adolescentes expresan sus sentimientos, debieran ser escuchados, reconocidos y acogidos y así, se puede dar paso a una reflexión acerca de la situación país con diversas opiniones. Es crucial respetar y validar la búsqueda de planteamientos propios y no forzarlos a tener las posturas familiares”.
Asimismo, aconseja reforzar las diferencias entre la comunicación cara a cara y las redes online, junto con enseñarles a discriminar los argumentos que aparecen en ellas, cuestionando por ejemplo la expertiz de quien los plantea, la evidencia científica, las percepciones, etcétera. “Con esos elementos ellos pueden identificar las intenciones detrás de los discursos, decidir con qué tipo de argumentos sostendrán sus posiciones y cómo las expresarán constructivamente en las audiencias en que participen”.
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