Por: Juan Iturbe, académico, Departamento de Ingeniería Informática, Universidad de Santiago de Chile.
Hoy, según las agencias de inteligencia de los países más poderosos, la principal amenaza al orden mundial son los ciberataques, conocidos también como hackeos, que pueden ser vulneraciones a la confidencialidad, secuestros de información, espionaje, acceso a sistemas o simplemente acciones destinadas a hacer daño; también nos podemos referir a ellos como amenazas a los activos digitales.
Según datos que maneja ESET, durante 2018 se publicaron más de 16.000 vulnerabilidades, es decir 46 vulnerabilidades por día.
Los ciberataques y la ciberseguridad requieren de personas con una gran preparación. Como toda arma o droga el beneficio de la tecnología dependerá de quién y cómo la utilice. Es por ello que la formación de capital humano debe siempre incluir formación ética. A la vez, la seguridad digital debe ir de la mano con la transformación digital. Además, integrar la seguridad digital al final del proceso puede resultar significativamente más costoso que implementarla en las diferentes fases de estos procesos. Por ello se requieren profesionales con visión integradora y alto nivel de especialización.
Es imprescindible contar con capital humano formado en seguridad digital en todos los niveles y etapas. Tal capital humano debe poseer competencias para el apoyo del proceso de toma de decisiones de alto nivel. Además, debe estar capacitado para proponer y aplicar medidas sobre las amenazas que pudiesen afectar a los activos digitales, así como ser capaz de adoptar prácticas y procedimientos seguros para su conformación. En la puesta en marcha se debe capacitar en los riesgos que esta conlleva para que en su operación y soporte sea diligente en los controles aplicados.
Globalmente, las amenazas sobre activos digitales surgen todos los días y son cada vez más sofisticadas, por lo que se hace necesario contar con profesionales cada vez más capaces para anticiparse y hacerle frente a los ciberatacantes. Es por ello que, para una universidad estatal y pública como la Universidad de Santiago, la excelencia implica formular programas académicos de ciberseguridad.
De ese modo cumplimos el rol mandatado por la sociedad, ser un agente que colabore en el bienestar de la población, respondiendo activamente a sus necesidades y problemas, entregando respuestas asertivas y viables.